La palabra “texto”
proviene del latín “textus” y significa “entramado” o “tejido”. El diccionario de
la Lengua Española lo define como “enunciado o conjunto coherente de enunciados orales o escritos”. El texto es una unidad de sentido y significado.
Dicha unidad está dada por el funcionamiento conjunto de todas sus partes;
palabras, oraciones, párrafos, paratextos y elementos del contexto.
Todos los
elementos del texto “trabajan” en colaboración, entramándose en un tejido
complejo, para transmitir de forma clara, precisa y ordenada un concepto o
idea.
Cuando
escribimos un texto, no importa su extensión, debemos trabajar para darle
coherencia, cohesión y sentido de adecuación.
¿Cuándo
tiene coherencia un texto? Cuando su
progresión es ordenada, y todas las ideas que se presentan están conectadas
al tema central. Seguramente, alguna vez empezaron a leer algo: por ejemplo,
una carta o una publicación en redes sociales. A medida que iban avanzando en
la lectura, esta se volvía muy confusa, y tuvieron que regresar al inicio para
recuperar la idea. Esto puede haber sucedido porque ese texto no tenía
coherencia.
¿Cuándo un texto
tiene cohesión? Es lo que hace que las ideas de un texto se conecten de manera
adecuada tal que, al leerlo, no sea dificultoso comprender el sentido global
del texto. Cuando un texto presenta mucho obstáculos en la relación de sus
ideas, la lectura se vuelve tediosa y complicada. Por esto, es importante usar
bien los conectores, las conjunciones y los signos de puntuación. Además,
procurar no repetir palabras que se encuentren muy próximas, emplear un
vocabulario variado, hacer un buen uso de los pronombres, entre otras
cuestiones.
¿Cuándo un texto
tiene adecuación? Simplemente, cuando se adecua al contexto en que es producido
y recibido. Por esto, cuando escribimos una carta a un amigo, lo hacemos de una
manera, y cuando nos dirigimos a alguien a quien no conocemos, de otra.
Escribir un texto es una actividad compleja. Por eso, es mejor si la subdividimos en tareas más pequeñas. En primer lugar, pensar el tema, el contenido, a quién estará dirigido. Con eso, se puede hacer un primer borrador. Si el texto está basado en la lectura de otro u otros textos, este es el momento de hacer la lectura, relevar ideas y organizar el material. En segundo lugar, comenzar a escribir, teniendo presente que deberemos borrar y corregir unas cuantas veces. Finalmente, cuando terminamos de escribir, toca releer todo para asegurarnos de que el texto tiene coherencia, cohesión, adecuación y corrección.
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